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México es un país lleno de maravillas naturales, pero pocas son tan mágicas como los cenotes. Estas formaciones geológicas, únicas del sureste mexicano, eran consideradas portales sagrados al inframundo por los antiguos mayas. Hoy en día, siguen siendo lugares profundamente especiales, tanto por su belleza como por la conexión que ofrecen con la naturaleza y la historia. Nadar en un cenote es una experiencia que combina aventura, paz y un toque de misticismo.
Cenote Ik Kil
Ubicado a tan solo unos minutos de la zona arqueológica de Chichén Itzá, Ik Kil es uno de los cenotes más conocidos del país, y con justa razón. Tiene una forma perfectamente circular y está rodeado por una pared de roca que se extiende hacia lo alto, cubierta por vegetación tropical. Lianas cuelgan desde la parte superior, dando la sensación de estar en un lugar sagrado y antiguo.
El cenote tiene más de 40 metros de profundidad y 25 metros de diámetro, lo que lo convierte en un sitio impresionante para nadar o simplemente admirar. Cuenta con plataformas desde donde puedes saltar al agua, vestidores, escaleras talladas en la piedra y una infraestructura que lo hace muy accesible para todo tipo de visitantes. Es ideal para relajarte después de visitar las pirámides de Chichén Itzá.
Cenote Suytun
Si has visto fotos de un rayo de luz entrando por el techo de un cenote e iluminando una plataforma central en medio de aguas azules, seguramente has visto Cenote Suytun. Este cenote cerrado, ubicado cerca de Valladolid, ha ganado fama mundial por su atmósfera única y su fotogenia natural.
El acceso al agua es a través de una escalera que desciende por una caverna. Al llegar al fondo, te encuentras con una plataforma circular de piedra que parece diseñada para un ritual. El haz de luz que entra por una abertura en la bóveda genera un espectáculo visual que varía según la hora del día, especialmente al mediodía. Aunque no es muy profundo, es perfecto para un baño relajado, rodeado de formaciones de estalactitas y silencio absoluto.
Pro tip: llega temprano para evitar multitudes y captar la mejor luz.
Cenote Calavera
Este cenote es para quienes buscan una experiencia más emocionante y menos turística. Cenote Calavera, ubicado a pocos minutos de Tulum, tiene un aspecto peculiar: desde arriba, las tres aberturas en su techo parecen una calavera, de ahí su nombre. No tiene escaleras convencionales para entrar; aquí la forma de ingresar es con un salto de fe, literalmente, ya que debes lanzarte desde varios metros de altura por una de las aberturas.
El interior es más profundo de lo que parece, con agua fresca y muy clara. Es un lugar popular para practicar buceo en cavernas, ya que tiene pasadizos subterráneos que se extienden hacia la oscuridad. Si no eres buzo, igual puedes disfrutar nadando o flotando mientras observas los rayos del sol filtrarse por los agujeros. Además, su ambiente tranquilo y la falta de grandes multitudes lo convierten en una joya escondida.
Los cenotes son mucho más que un atractivo turístico; son espacios que te invitan a pausar, contemplar y reconectar con la naturaleza. Ya sea por su majestuosidad, su ambiente místico o la aventura que ofrecen, cada uno de estos cenotes tiene el poder de sorprenderte y quedarse en tu memoria para siempre. Ik Kil te impacta con su escala; Suytun, con su belleza de otro mundo; y Calavera, con su espíritu aventurero.
Visitar un cenote es una experiencia que no puedes perderte si viajas al sur de México. Así que empaca tu traje de baño, tu cámara ¡y tus ganas de asombrarte! y lánzate a descubrir estos tesoros subterráneos. Te aseguramos que, al salir del agua, no solo habrás nadado: habrás vivido algo extraordinario.